3.8.18

cualquiera

“Voy a tientas por la vida,
buscando puentes cercanos

porque el suicidio siempre fue la huida más poética,
callejones sin salida
para poder llenarme las manos de excusas,
corazones empezados
para no tener que darles el mío,
camas a las que no me quedo a ver bostezar
para evitarme soñar.

Cualquiera te diría que no soy recomendable,
y estaría en lo cierto..”

Elvira Sastre.

próxima estación


“Próxima estación: Esperanza.

Avenida de la Paz..”

Manu Chao.



Diecisiete de junio de 2017. Ese día comenzábamos oficialmente un proyecto que no se habría materializado, al menos no en ese momento, si esto otro que pensábamos ocurriría (tener eventualmente en nuestros brazos a Ilya, nuestro hijo) no hubiese sido algo de sólo un instante, para tener que dejarlo ir.



No se me ocurría nada mejor para rendir tributo a la vida que nuestro hijo tuvo y después entregó, que trabajar por construir algo que mi esposo deseaba desde hacía 10 años, y que por una u otra razón no había podido verse materializado.


Empezamos con miedo, con ganas y en mucho como caminan los ciegos.. sin poder ver al frente, pero confiando en que poco a poco podríamos ir reconociendo el terreno y hallando cómo ir dando forma a esa idea que venía pidiendo ser real desde hacía tanto tiempo.

Mi esposo es un ser peculiar.. ayer conocí a una de sus amigas, y justo me lo decía “siempre fue bien raro..”

Ni le conozco del todo, ni mucho menos le entiendo.. pero no lo necesito cuando desde otro lugar puedo sentir su esencia.. esa que en medio de la vida y sus carnicerías, en vez de llevarle a cualquiera otro lugar, lo llevó a pensar en la manera de construir un espacio que fuera refugio ante la búsqueda que en algún momento despierta y te hace preguntarte, entre otras muchas cosas: “¿qué más hay..?”

Así comenzamos.. no habiendo lidiado aún con un dolor que ambos, a nuestra forma teníamos en común.. que aún existe y que no creo que vaya a desaparecer.. y sin embargo poniendo todas nuestras fuerzas en transformarlo en motor para aceptar cuando Dios dispone que tus planes sean cambiados abruptamente, y para elegir qué hacer con lo que te queda.

Lo que a mí me quedó, fue la certeza de que elegí compartir la vida con el mejor hombre.. ese que a pesar de haber perdido a su hijo aún pudo agradecer porque Dios me permitiera a mí seguir con vida. Ese hombre que estuvo día y noche en una sala de espera orando y esperando, y que cada vez que entraba a mirarnos a terapia intensiva hallaba la forma de dar una sonrisa, un abrazo, un beso, una palabra, de no mostrar lo difícil que era estar ahí afuera participando de las diligencias en las que el proceso clínico a veces se convierte.


Eso a mí me basta para desear poner toda mi energía en que lo que proyectes pueda existir, porque creo que eres un buen ser y lo mereces.. y porque he visto que mucho de lo que quieres a menudo es siempre para brindar ayuda y servicio a alguien más.. ni siquiera es para ti mismo, y eso me parece tan noble.

Me basta para sentir que también te debo la vida, pues aunque no haya estado en tus manos, me hiciste sentir bienvenida una vez que pasó el peligro.

Me quedó el saberme bendecida, por mi esposo, por mi familia que también estuvo ahí todo el tiempo, y por las personas que en ese momento estuvieron cerca y no los dejaron solos mientras estaban ahí a la espera.

No sé a qué exactamente vino Ilya, y sin embargo aunque fue breve su presencia siento que hay algo más profundo que desde algún sitio cada vez que nos levantamos y vamos directo a la vida, él nos sigue regalando.

2.8.18

Илья



“Tú no tienes la culpa mi amor que el mundo sea tan feo.. 


[En este mundo hay mucha confusión..]


Vas por la calle llorando.. ahí por la calle brotando.. lágrimas de oro”. Manu Chao.


[05.04.17] 

“La Fuerza del Señor está contigo” (Ese es tu nombre).

Y tú con Él.

Илья (ILYA).




***


hábitos


También desde niña tenía manías.

Una de ellas era el orden: jugaba a las Barbies, pero más que jugar, disponía los escenarios.

Mi placer y mi ansiedad estribaban en elegir la “mejor” disposición de todos los elementos con los que contara. Así que me tomaba todo el tiempo para acomodar ropita, zapatos, muebles y enseres varios, con los que en teoría después los muñecos habrían de actuar e interactuar.

Pero aquello la mayor parte de las veces no ocurría. Incluso si jugaba con alguien más (como mi prima Ale), cual pequeña emperadorcita yo decidía que no se jugara sino hasta que todo fuera perfecto.

Y aunque pudiera pensar “bueno, ordenar el espacio era el juego”, la verdad es que recuerdo a mi prima muchas veces queriendo ya jugar con las muñecas, y yo en angustia porque no, todavía “faltaba que algo estuviera listo..”

Y así seguí la vida. Arreglando escenarios. Preocupada por que fueran “óptimos” para estar en ellos, y topándome constantemente con la realidad de que aquello es imposible: no hay espacios acabados ni perfectos, y si no te mueves con soltura en cada sitio tal como esté, y a la par de actuar lo vas transformando, pues entonces la vida se te escapa y aquella preciada utopía sigue alejándose (como es costumbre de las utopías).

Un día gracias a diferentes acompañamientos entendí esto. Ese día elegí lanzarme a la vida así sin más. Lidiar con la sorpresa, con el caos, con la realidad de que no está en mis manos poder disponer todo a mi manera.

Por supuesto aún queda el resabio de un hábito religiosamente cultivado. Pero en realidad me miro y creo que hoy ya me permito vivir mucho más que lo que me permitía en años pasados. Y le permito más a quienes están cerca de mí (sí, si les preguntan pondrán cara de espanto y pensarán "no imagino cómo podría haber sido antes").

Sigo en práctica continua. Ensayo y error. Probando conciencia, respeto, tolerancia, congruencia, compasión, aceptación y empatía. Dándome de topes, tropezando, golpeando a otros sin querer en el camino. Y de vez en cuando también por alguna chispa divina sintiendo que logro dar uno que otro acierto en esto que hace tiempo me vengo proponiendo.

Pero nuevamente, tranquila y agradecida por la posibilidad de hacerlo, y por la certeza de que no estoy sola, cuento con el soporte del Dios en quien me refugio, y de toda la gente que a mi alrededor desde el amor me sostiene y me da contención. Pudiendo también servirles y buscar la reciprocidad.

Y así. En continuo movimiento. Con sus pausas, tomando siempre aliento para seguir andando.




¿qué quieres ser de grande?

Niña que cuando niña por alguna razón pensaba que “de grande quería ser niño..”, porque los privilegios de salir a jugar a la calle, poder subirse a los árboles, arrastrarse, mojarse y ensuciarse parecían pertenecerles a ellos. También porque desde entonces se hablaba de que para una niña “era más peligroso salir sola a la calle..” (triste que eso no sólo no haya cambiado, sino que ahora sea más evidente el riesgo y cada vez más cercanos los casos en que cosas duras y horribles ocurren a quienes somos mujeres).

Y quién sabe por qué otras razones.

Aún así, hoy me miro de niña a la distancia, y la verdad es que fui muy bendecida: amada y cuidada (y eso mismo fue lo que me hizo querer salir del nido y probar mis fuerzas.. por orgullo y porque me daba tanto miedo que, si no lo hubiera hecho, el miedo me habría comido).

Después volví.


Hoy, estoy donde deseo, de la forma que deseo. Trabajando aún creencias, lidiando con mis apegos, pero contenta en general con cómo me he construido y con confianza en el presente y en el porvenir.

Conciliada con mi niña interna, ajustándome a mi ser Mujer, y mirando así, como siempre, al horizonte, pero mientras me doy mi tiempo para compartir este presente continuo con quienes elijo y también eligen compartir conmigo el camino.