16.2.09

fotografía móvil

Los Cuatro alrededor del mueble aquél. A lo lejos, el aparato que vocifera mientras por él desfilan partículas de luz reventadas que a la vista engañan, pero que esta vez no importan.

Total que nadie les mira.

Discursos suaves. Risas. Lazos invisibles tejiéndose de uno a otro, corroborando en cada salto la posibilidad a veces ausente de tranquilidad...


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Los Tres en posición símil. Cebras de Sol detrás de la persiana y con las estampas de luz que se cuelan a través de ella.

Él, con su atuendo habitual que por convención social es aceptado sin alarmas ni santiguaciones.

Ustedes, con el-mismo-menos-tricoso (excepto tú, ja) atavío, que sólo utilizan cuando nadie más les mira.

Ellos cerca del nivel Alfa.

Tú, entre ambos, dichosa y divertida con la com-posición que por efecto Tetris han adoptado...

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Los Dos en el mismo espacio (¡¡Sóplate esa, Pauli!!). Sus ojos... sus labios... su aliento... su piel... en estrecha correlación con sus homólogos situados en la segunda persona del singular. El tiempo, la luz y el sonido que se transforman y construyen el microuniverso alterno donde tantas veces escapan: burbuja temporal que aísla todos los males del mundo...
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Tú, en color de Luna.

Tú, suspendida en Él. Color de Sol.

El tiempo justo para el traslado del mueble horizontal al mueble vertical, la colección de los insumos miniesféricos para la reparación interna de la estabilidad orgánica, y la vuelta al punto de partida.

Tu rostro que desaparece mientras trata de colarse, ambicioso, más o menos por la yugular. Viajar a través de las venas y llegar al punto exacto donde nace el vaivén rítmico que despacha el líquido malva hacia todo su cuerpo, dotándole de vida... y que cumple la misma función en el tuyo, ve tú a saber por qué extraña, mágica o viral razón...
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[Ignoro cuán enfermo sea, pero hay momentos que desearía se prolongaran más o menos hasta la eternidad...]