21.12.20

armaggedon

 
..Y de un instante a otro todo fue confusión. Sentí cómo éramos arrastrados a través de un túnel, mientras alrededor de nosotros comenzaron a moverse vertiginosamente unos objetos extraños cuyos múltiples apéndices alcanzaban a tocarlo a él con fuerza al girar alrededor de ejes metálicos dispuestos de forma vertical, horizontal o diagonal, dejando a su paso los restos de una sustancia que si bien nos resultaba familiar, lo único que podía pensar era en la imposibilidad de mirar a través de ella, convirtiéndose así en una amenaza no sólo para la visibilidad hacia el exterior, sino también en la estrategia perfecta para que en cualquier instante comenzaran a salir de algún sitio indeterminado, los millones de seres diminutos que en colectivo consumarían el fragmento de apocalipsis que nos había sido destinado, sin que nadie pudiera mirar lo que allí dentro estaría sucediendo. Traté de prepararme para ello, recordé todos los decretos místicos de que pude disponer, y le agradecí a él la lealtad infinita que hasta ese instante me había demostrado. Como en un filme, pasaron ante mí todos aquellos momentos juntos, y pensé también en todos aquellos a los que ya no podríamos asistir. Aunque sabía de antemano lo que este día iba a pasar, lamenté un poco que fuera real, y la incertidumbre respecto a lo que sucedería después del instante último. Quise gritar, quise llorar, pero de mí sólo emergió una mueca amplia, curvilínea y complicada, cuyos extremos quedaron situados en la parte superior de mis labios.. y algo que alcancé a distinguir como una emisión vocal sonora y un tanto musical, que finalmente, después del "señito, ya quedó limpio su coche, si puede avanzarle porque nos o'struye el trabajo" terminó generando esta emoción grata acompañada de alivio. Estoy segura de que él se asustó tanto como yo, pero parece que finalmente sólo se trataba de una técnica peculiar de lavado automotriz, y estoy orgullosa de que su lealtad haya tenido nuevamente ocasión, pues en ningún momento lo vi intentar huir, ni perder su característica serenidad y compostura. Gracias, querido Tsuru, por hasta el fin del mundo, seguir siendo el mejor auto :)