Por la mañana vino a mi puerta una mujer que decía traer la "buena nueva" de dios, la cual me explicó en unos cuantos minutos con la selección de los fragmentos precisos de una Biblia de pasta de cuero en color malva (misma que extrajo de su bolso de mano y que hojeaba con admirable habilidad, hallando casi sin titubear el puñado de versículos cuyos números de identificación estaban resaltados dentro de un círculo hecho con bolígrafo, por ser las "palabras clave" con que había de creerse en lo que venía predicando) y que consistía básicamente en la supresión de toda iniquidad en el Universo con estrategias depuradoras de esas de las que ese señor suele valerse -como los diluvios, pregunten a Noé o a alguno de sus descendientes más allegados que de seguro se saben la historia-.
Debo decir que a estas personas generalmente las recibo con un gesto amable y la provisión de la mínima información básica ("lo siento, pero de verdad que estoy ocupada...") para despedirlas en el siguiente instante, recibiéndoles una o dos de las publicaciones que mes con mes editan en idiomas tan inusuales como el hiligaynon o el cebuano, donde hablan de "temas de actualidad (si es que de algo le sirve a los Xhosas o a los Zulúes saber que dios se manifiesta ante nosotros también a través de la Internet y, por supuesto, que el demonio acecha detrás de cada teen-porn que podemos encontrar en la "ré"...) fomentando la confianza en la promesa del Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro que pronto reemplazará al sistema de cosas actual caracterizado por la maldad y la rebelión" y que, no sé en Filipinas, pero en mi casa terminan siendo la plataforma perfecta para las descargas de rutina del aparato excretor de Planeta (el nuevo inquilino canino de casa) o cualquiera que sea la mascota en turno.
Pero esta vez la escuché atentamente. Me pareció que era justo, tomando en cuenta la hora a la que seguramente tuvo que levantarse para llegar a mi hogar tan jodidamente temprano, a pesar de que no fue grato tener que despojarme de las cálidas sábanas entre las que me encontraba antes de su llegada.
Después de medio segundo de escucharla, mi cerebro se fragmentó en dos: la parte que recreaba en imágenes lo que hablaba, y la que dibujaba mi propia percepción de exactamente las mismas palabras. Así pues, cuando me pidió mi opinión al respecto, decidí hablarle de ello.
Al principio pareció molesta, debido a que mi percepción no es precisamente tan parecida a la de su religión o cualquiera otra. No podría jactarme de un ateismo, pero definitivamente por el momento puedo prescindir de una religión, y no por eso mi vida es más o menos complicada. Pero bastó un poco de diplomacia para que relajara el entrecejo y me escuchara tal como yo lo había hecho con ella.
Hablamos, pues, de la Biblia y de Jebús, de la Historia, de los Mitos y de las metáforas, de la función de la religión según mis pretensiones cognoscitivas y de su total confianza en su sistema de creencias, de la Fe, de su percepción de las cosas y de cómo era la mía.
Y aunque los discursos en apariencia no dejaban de contraponerse, la verdad es que en el fondo poseían la misma esencia.
De pronto pasó un taxi a gran velocidad, y una desafortunada decisión motriz, llevó a un lanudito de los varios perros callejeros que viven en mi cuadra (desde hace años desfilan por temporadas: vienen, se van, regresan solos o acompañados por otros colegas...) debajo del automóvil. El perrito chilló de dolor pero afortunadamente salió casi ileso. Al salir corrió hacia donde estábamos y al unísono nos inclinamos a ver cómo estaba y si no le había pasado algo.
Dejamos de hablar de Religión.
Después del incidente, volvimos a nuestras posiciones iniciales y, sin más, nos despedimos con un abrazo.
Ni su dios ni mi creencia saben qué pasó en ese momento.
Ella se fue con su fe, y yo me quedé con mi mañana y las cosas de mi cabeza en su lugar.
Y tal vez sea un rasgo esquizoide, pero creo que lo del perrito fue una señal.
[Mientras entraba a casa buscando la comida de Planeta, pensé en que definitivamente no hace falta la predicación, ni el catecismo ni las normas religiosas... sólo un poco más de sentido común en los seres humanos... y quizás así podríamos inclinarnos todos al mismo tiempo cada vez que un perrito fuera arrollado por accidente, sin necesidad de hacerlo como mérito para alcanzar el prestigiado lugar prometido de cualquiera Paraíso].
3 comentarios:
chale`, serè poco perspicaz.. lo ùnico que he visto "..detràs de cada teen porn.." es pues, otra teen porn!!! creo que le pedirè al mago de Oz mejor juicio, aunque pensàndolo, pa què cambiar horny por horns??? ji ji, no sè, se podrìa interpretar hasta que el taisi era una señal para el perrito... como sea, si hemos de confiar en la humanidad, al leer tu relato confìo màs en tì, y ps què mejor principio.. abrazo.
eres una atea hereje y pagana hembra!!!!! jajajaja recuerda lo que dijo papa marx la religion es el opio del pueblo y la otra el hombre creo a dios para que dios creara al hombre, la religion en mchos sentidos siempre ha sido un yugo social y para muchos como tu citada visita es funcional. me he cansado de debatir temas con ese tipo de personas que se oponen al conocimiento y anteponen la fe creyendo que la solucion baja de los cielos y la duda se adentra en los infiernos en fin yo sigocon mis creencias y desde que tengo uso de razon veo con desmero las obras de las iglesias. es bueno leerte ya que eres una niña muy especial y pocas personas on realmente capaces de pensar estare atento a tu blog que por cierto ya "linkie" en el mio vorticedelainmundiciaydesesperacion.blogspot.com
por cierto ya puedes escucharnos los lunes y los viernes de 5 a 6 en un nuevo programa radial llamado zonorama por stereoimagen.com.mx escuchanos y cuidate mucho cris!!!
por eso la hermandad blanca es hermandad blanca... una religión más nostálgica que el newage, más dogmática que las judeocristinasa y menos pordiosera que el budismo... saludos...
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