Nunca una Navidad me había dejado tan mal sabor de boca como la de este año, con todo y que va empezando.
Por mucho tiempo he tenido que sufrir todo tipo de vejaciones por no ser una "entusiasta de época", por lo menos de la navideña. Y es que mi corazón está llenito de cosas lindas, pero eso no impide que deteste el fin de año desde mediados de octubre, que es cuando el monstruo del mercado ataca ya sin miramientos a toda madre de familia incauta que acude con inocencia al supermercado con la firme convicción de "esta vez sí comprar sólo lo necesario para la despensa"... para llegar al susodicho lugar y ser víctima del despliegue de hiperviolencia vía el arsenal mercadotécnico más sucio (ese que dentro de un minicatálogo de cuestionable ética y diseño reza: "ofertas navideñas"), y salir del mismo, cargada de toda clase de productos innecesarios como una nueva guía de bolitas rojas y doradas para el árbol, dos cajas de foquitos navideños porque los de casa se fundieron cuando los pisó el chubi (tu perro)... y con eso de que son "series" (me reservo la explicación de esta parte compleja de la Física), un juego de baño de bonita manufactura en fieltro con motivos verdes y rojos que con un poco de imaginación parecen ser nochebuenas, y un par de metros de muérdago de alambre forrado con rafia, con el detalle exquisito de un cartel rectangular que se sostiene de sus extremos superiores con una cadena de plástico dorada y en el que se lee en garigoleada caligrafía "bésame ahora", en el supuesto de que el lector se encuentre acompañado y debajo de tan sugerente construcción simbólica.
El caso es que, al llegar esta época, inevitablemente comienzo a sentir unas profundas náuseas que perduran hasta pasado el 6 de enero del siguiente año, y esto me ha hecho depositaria de motes como el de "Grinch" o "Mrs. Scrooge". Pero este año seguramente eso cambiará, pues con el panorama que a partir de este día se patentiza como "irreversiblemente ilegítimo-legitimado" -aunque se viniera cocinando hace mucho tiempo- creo que no seré la única que no disfrute el fin de año... ni los próximos seis completos.
Por eso estoy contenta... porque el yugo del desprecio y la incomprensión social esta vez será menos doloroso ante la multitud que no hallará motivo para celebrar (y menos cuando llegue enero con las alzas en los precios de los productos, por ejemplo), y al ser compartido con los millones de mexicanos que estamos indignados para empezar por este atropello a la conciencia, aunque las razones para los demás excluyan lo netamente "navideño".
No obstante, casi todo en esta época es nefasto, y esa ficción del "Espíritu de la Navidad" de verdad que enferma. Mucho más cuando (como Juanito, el niño de silla de ruedas que cantaba el "caballo de palo") ves cómo le dan su Santa Clós -y por adelantado- a ese niño caprichoso del trajecito azul que no se lo merece ni un poco.
Quizás lo único que pueda hacerte reír, es la forma en que se lo dieron. Mira que recibir algo de madrugada y en casa... pensé que nomás las serenatas... porque hasta los regalos de santa y reyes magos los ves hasta que amanece.
Pero a estas alturas ya no es suficiente el placer de ver cómo no es capaz de estar en los recintos oficiales y designados para cada ceremonia... lo que urge es una solución aunque, si es cierta la sentencia de Pérez-Reverté de que "en el mundo no hay soluciones... sólo consuelos..." temo que tengamos que echarnos al lomo la presencia de un Presidente Ilegítimo Ultraderechista con el que ojalá que dios nos agarre confesados... (Ah, caray, no. Necesito otro dicho, este no ajustó... si este señor se codea con los altos lores Eclesiásticos y de seguro ya hasta tiene su palco prepagado en el mismísimo paraíso) y quedarnos con el consuelo de un gobierno legítimo paralelo, aunque sólo sea simbólico.
Estoy decepcionada y esto es lo que haré: voy a los brazos de Morfeo con la Esperanza de que al despertar todo esto haya sido una pesadilla (me da una de flor de palabaza)... aunque dudo que mi fe dé para tanto, como para transformar ipso facto esta obscena realidad dentro de la que estamos.
Como sea, me marcho, pero sirva de colofón este axioma de construcción lógica personal apresurada:
"Si usted consigue permanecer indiferente mientras a su alrededor cada vez más personas abren los ojos y se suman a la lucha en favor de la causa del pueblo, y en contra de la tiranía camuflada como supuesta democracia desde lo 'institucional', probablemente usted no entiende la gravedad de la situación"
3 comentarios:
Se nos reserva, dicho sea de paso, la incuestionable batalla para hacer una decisiòn. Si la pregunta fracasa, como fracasa el mecanismo de la rígida moral; entonces la interrogante no ha sido planteada del todo (como parece advertir el pensamiento humano: nunca será del todo planteada), o bien; con la fina consistencia de la línea humana; es decir esa línea en que nos empeñamos por creernos posibles demiurgos de la vida.
Por ahora, es tal vez un error creer que algún día no nos concierna el "ahora", nos espera mantenernos escindidos de cierto paradigma en el cual hemos djado de confiar y de creer, para tratar, y esta vez un poco mejor, de ser valientes al respecto. Un Abrazo fuerte desde Creel, Chihuahua.
tu primo.
ese "ahora" es, creo, lo más tangible que podemos tener (y no dije "real", que conste), si no es que lo único. y eso de dejar que se nos vaya así nomás... o dejarnos llevar por él hasta que se convierte en pasado (aunque se nos renueve en nuevos "ahoras", que no tienen caso si seguimos en la inercia)... pues como que a estas alturas ya no es sólo obsceno sino obstinado y -con todo y que valoro la comodidad que ofrece- me parece que también resulta un tanto masoquista.
cuidate y también recibe un abrazo =)
pues yo ya quiero qu
e sea mañana
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