2.4.06

supersticiones


Un gato negro no tiene la culpa de la catexis hecha en él. Ni cada espejo roto. Ni la sal pasada de mano a mano en la mesa. Ni ese espacio triangular que se forma debajo de una escalera dispuesta para su uso convencional. Ni la libélula con su desafortunado mote. Ni el Fin como sinónimo de tragedia. Ni la Muerte como sinónimo de Fin.


Tampoco es cuestión de eufemismos: la Muerte es Muerte... aún si se disfraza de Tiempo o de Olvido.
Y no es perversa por hacerlo.
Per-versa tal vez... o quizás nosotros lo hacemos, para finalmente invocarla y querer cargarle a Ella el muerto...
Creemos que ninguno habrá de pesarle y olvidamos que también es una dama.
Nos falta ser justos. Liberar prisioneros de nuestro imaginario personal. Quitar investiduras que nos hagan prejuzgar: ver gatos negros, pasar por debajo de escaleras y romper espejos sin necesitar maldecir la hora en que suceda.
Respetar a la Muerte y a la Naturaleza. Olvidar el orgullo y la soberbia. Dejar de pensar que las podemos controlar; que la una hará su danza con el ritmo que osemos tocar... que la otra cambiará su curso sólo porque deseemos que así sea.
Y aún creo que soy para mí ese espacio en el que tengo posibilidades de experimentación... de ensayo y error o, mejor aún, de diálogo abierto y franco con todas esas Fuerzas que hay en cada molécula del Universo.
Mientras tanto, busco la mandrágora que venga a poner fin a esta fatal melancolía... a esta infinita tristeza...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Kiobo. Una amiga me pasó este blog. Empieza bien. Ya antes he leido otros en los que de un día para otro dejan de escribir, así sin más. Quizá porque piensan que nadie les lee. Si de repente sientes que dejarás de hacerlo, detente, piensa que hay quien por acá te lee.

Hasta pronto

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