El hambre no respeta raza, credo, edad, condición social... ya ni siquiera divinidad. Al parecer, Dios, mientras la nueva ley era aprobada, había salido a desayunar.
"...Bienaventurados aquellos que, pese al panorama desalentador que se vislumbra después de esta desafortunada aprobación... se mantendrán incólumes y por demás ecuánimes... defendiendo los ideales que enaltezcan la creación y difusión cultural, la información veraz y con sentido crítico, y toda aquella manifestación de las que, a todas luces, hoy más que nunca pretenden acallar... porque de ellos será el Reino de la Libertad..." (capítulo único, versículo único, del inexistente Libro Sagrado de esta lúdica profana).
...y parafraseando a Forrest Gump: es todo lo que tengo que decir sobre eso...
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