27.12.06

...pobrecita eternidad.

24.12.06

revelaciones

Por la mañana vino a mi puerta una mujer que decía traer la "buena nueva" de dios, la cual me explicó en unos cuantos minutos con la selección de los fragmentos precisos de una Biblia de pasta de cuero en color malva (misma que extrajo de su bolso de mano y que hojeaba con admirable habilidad, hallando casi sin titubear el puñado de versículos cuyos números de identificación estaban resaltados dentro de un círculo hecho con bolígrafo, por ser las "palabras clave" con que había de creerse en lo que venía predicando) y que consistía básicamente en la supresión de toda iniquidad en el Universo con estrategias depuradoras de esas de las que ese señor suele valerse -como los diluvios, pregunten a Noé o a alguno de sus descendientes más allegados que de seguro se saben la historia-.

Debo decir que a estas personas generalmente las recibo con un gesto amable y la provisión de la mínima información básica ("lo siento, pero de verdad que estoy ocupada...") para despedirlas en el siguiente instante, recibiéndoles una o dos de las publicaciones que mes con mes editan en idiomas tan inusuales como el hiligaynon o el cebuano, donde hablan de "temas de actualidad (si es que de algo le sirve a los Xhosas o a los Zulúes saber que dios se manifiesta ante nosotros también a través de la Internet y, por supuesto, que el demonio acecha detrás de cada teen-porn que podemos encontrar en la "ré"...) fomentando la confianza en la promesa del Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro que pronto reemplazará al sistema de cosas actual caracterizado por la maldad y la rebelión" y que, no sé en Filipinas, pero en mi casa terminan siendo la plataforma perfecta para las descargas de rutina del aparato excretor de Planeta (el nuevo inquilino canino de casa) o cualquiera que sea la mascota en turno.

Pero esta vez la escuché atentamente. Me pareció que era justo, tomando en cuenta la hora a la que seguramente tuvo que levantarse para llegar a mi hogar tan jodidamente temprano, a pesar de que no fue grato tener que despojarme de las cálidas sábanas entre las que me encontraba antes de su llegada.

Después de medio segundo de escucharla, mi cerebro se fragmentó en dos: la parte que recreaba en imágenes lo que hablaba, y la que dibujaba mi propia percepción de exactamente las mismas palabras. Así pues, cuando me pidió mi opinión al respecto, decidí hablarle de ello.
Al principio pareció molesta, debido a que mi percepción no es precisamente tan parecida a la de su religión o cualquiera otra. No podría jactarme de un ateismo, pero definitivamente por el momento puedo prescindir de una religión, y no por eso mi vida es más o menos complicada. Pero bastó un poco de diplomacia para que relajara el entrecejo y me escuchara tal como yo lo había hecho con ella.

Hablamos, pues, de la Biblia y de Jebús, de la Historia, de los Mitos y de las metáforas, de la función de la religión según mis pretensiones cognoscitivas y de su total confianza en su sistema de creencias, de la Fe, de su percepción de las cosas y de cómo era la mía.

Y aunque los discursos en apariencia no dejaban de contraponerse, la verdad es que en el fondo poseían la misma esencia.

De pronto pasó un taxi a gran velocidad, y una desafortunada decisión motriz, llevó a un lanudito de los varios perros callejeros que viven en mi cuadra (desde hace años desfilan por temporadas: vienen, se van, regresan solos o acompañados por otros colegas...) debajo del automóvil. El perrito chilló de dolor pero afortunadamente salió casi ileso. Al salir corrió hacia donde estábamos y al unísono nos inclinamos a ver cómo estaba y si no le había pasado algo.

Dejamos de hablar de Religión.

Después del incidente, volvimos a nuestras posiciones iniciales y, sin más, nos despedimos con un abrazo.

Ni su dios ni mi creencia saben qué pasó en ese momento.

Ella se fue con su fe, y yo me quedé con mi mañana y las cosas de mi cabeza en su lugar.

Y tal vez sea un rasgo esquizoide, pero creo que lo del perrito fue una señal.

[Mientras entraba a casa buscando la comida de Planeta, pensé en que definitivamente no hace falta la predicación, ni el catecismo ni las normas religiosas... sólo un poco más de sentido común en los seres humanos... y quizás así podríamos inclinarnos todos al mismo tiempo cada vez que un perrito fuera arrollado por accidente, sin necesidad de hacerlo como mérito para alcanzar el prestigiado lugar prometido de cualquiera Paraíso].

1.12.06

ley de la gravedad

Nunca una Navidad me había dejado tan mal sabor de boca como la de este año, con todo y que va empezando.


Por mucho tiempo he tenido que sufrir todo tipo de vejaciones por no ser una "entusiasta de época", por lo menos de la navideña. Y es que mi corazón está llenito de cosas lindas, pero eso no impide que deteste el fin de año desde mediados de octubre, que es cuando el monstruo del mercado ataca ya sin miramientos a toda madre de familia incauta que acude con inocencia al supermercado con la firme convicción de "esta vez sí comprar sólo lo necesario para la despensa"... para llegar al susodicho lugar y ser víctima del despliegue de hiperviolencia vía el arsenal mercadotécnico más sucio (ese que dentro de un minicatálogo de cuestionable ética y diseño reza: "ofertas navideñas"), y salir del mismo, cargada de toda clase de productos innecesarios como una nueva guía de bolitas rojas y doradas para el árbol, dos cajas de foquitos navideños porque los de casa se fundieron cuando los pisó el chubi (tu perro)... y con eso de que son "series" (me reservo la explicación de esta parte compleja de la Física), un juego de baño de bonita manufactura en fieltro con motivos verdes y rojos que con un poco de imaginación parecen ser nochebuenas, y un par de metros de muérdago de alambre forrado con rafia, con el detalle exquisito de un cartel rectangular que se sostiene de sus extremos superiores con una cadena de plástico dorada y en el que se lee en garigoleada caligrafía "bésame ahora", en el supuesto de que el lector se encuentre acompañado y debajo de tan sugerente construcción simbólica.


El caso es que, al llegar esta época, inevitablemente comienzo a sentir unas profundas náuseas que perduran hasta pasado el 6 de enero del siguiente año, y esto me ha hecho depositaria de motes como el de "Grinch" o "Mrs. Scrooge". Pero este año seguramente eso cambiará, pues con el panorama que a partir de este día se patentiza como "irreversiblemente ilegítimo-legitimado" -aunque se viniera cocinando hace mucho tiempo- creo que no seré la única que no disfrute el fin de año... ni los próximos seis completos.


Por eso estoy contenta... porque el yugo del desprecio y la incomprensión social esta vez será menos doloroso ante la multitud que no hallará motivo para celebrar (y menos cuando llegue enero con las alzas en los precios de los productos, por ejemplo), y al ser compartido con los millones de mexicanos que estamos indignados para empezar por este atropello a la conciencia, aunque las razones para los demás excluyan lo netamente "navideño".


No obstante, casi todo en esta época es nefasto, y esa ficción del "Espíritu de la Navidad" de verdad que enferma. Mucho más cuando (como Juanito, el niño de silla de ruedas que cantaba el "caballo de palo") ves cómo le dan su Santa Clós -y por adelantado- a ese niño caprichoso del trajecito azul que no se lo merece ni un poco.


Quizás lo único que pueda hacerte reír, es la forma en que se lo dieron. Mira que recibir algo de madrugada y en casa... pensé que nomás las serenatas... porque hasta los regalos de santa y reyes magos los ves hasta que amanece.


Pero a estas alturas ya no es suficiente el placer de ver cómo no es capaz de estar en los recintos oficiales y designados para cada ceremonia... lo que urge es una solución aunque, si es cierta la sentencia de Pérez-Reverté de que "en el mundo no hay soluciones... sólo consuelos..." temo que tengamos que echarnos al lomo la presencia de un Presidente Ilegítimo Ultraderechista con el que ojalá que dios nos agarre confesados... (Ah, caray, no. Necesito otro dicho, este no ajustó... si este señor se codea con los altos lores Eclesiásticos y de seguro ya hasta tiene su palco prepagado en el mismísimo paraíso) y quedarnos con el consuelo de un gobierno legítimo paralelo, aunque sólo sea simbólico.


Estoy decepcionada y esto es lo que haré: voy a los brazos de Morfeo con la Esperanza de que al despertar todo esto haya sido una pesadilla (me da una de flor de palabaza)... aunque dudo que mi fe dé para tanto, como para transformar ipso facto esta obscena realidad dentro de la que estamos.


Como sea, me marcho, pero sirva de colofón este axioma de construcción lógica personal apresurada:



"Si usted consigue permanecer indiferente mientras a su alrededor cada vez más personas abren los ojos y se suman a la lucha en favor de la causa del pueblo, y en contra de la tiranía camuflada como supuesta democracia desde lo 'institucional', probablemente usted no entiende la gravedad de la situación"