Lo recibiste entonces. Era como un oráculo.
Una especie de calendario, como una agenda visual a la que había que insertarle datos.. y entonces revelaría esa razón inextricable por la cual, lo que ha ocurrido estos días a esas personas que amas, tendría respuesta y sentido.
Como esas tareas que la vida nos administra de cuando en cuando.
De siempre en todos los días.
Pero que hay veces que son más complejas. Como a razón de "yo estoy en el kínder y me estás dando una lección de doctorado".
Pero que a veces en un golpe de suerte, o de conciencia,
'Insight', a decir de los que se sienten más letrados,
le encuentras pies y cabeza.
Y con el esquema corporal consolidado, una luz hacia la cual avanzar para salir del túnel, para escapar del círculo de la bendita inercia.
De esas tareas que.. no sé..
ahora que lo dimensiono de esta forma,
quizás aún no he tenido ninguna.
A pesar de que he tenido ya unas cuantas.
De cualquier forma..
¿cuál podría ser el parámetro para ponderarlas?
Pero entonces despertaste.
Quizás perdiste tiempo en la gratitud y el júbilo por haber recibido respuesta a tu súplica:
"una forma de saber por qué ha pasado esto una y más veces".
Una forma de ayudarles a comprender qué es lo que tendrían que estar trabajando internamente, de qué tendrían que hacerse conscientes para poder aprender y que el Universo no tuviera que seguírselos reflejando.
Y quizás haya sido tanta emoción
¡caray! ¿es que no podías, por una vez, concentrarte?
la que hizo que despertaras. Sin haber terminado de insertar los datos necesarios para recibir la anhelada respuesta.
Despertaste.
Y a pesar de la misión fallida, lo hiciste sin sobresaltos.
Extrañamente, incluso, quizá con un algo de lucidez poco característica.
Porque fue en ese momento que resonó en tu cabeza, como venida de algún sitio profundo:
"Que no falte la falta..."
(Sí, sabemos quién lo dijo).
Ningún drama. Ni por poco alguna clase de hilo negro recién descubierto.
Te dices: "Sí", y lo repites:
"Que-No-Falte-La-Falta"
Que es la imposibilidad de completud, y nuestra obstinación ingenua por lograrla, la que las más de las veces se convierte en nuestro motor.
Como el juego de infancia aquel, de los cuadritos, donde la ausencia de uno de ellos es la que permite el movimiento.
Así en la vida: si tuviéramos todo lo que deseamos y necesitamos, esa comodidad nos llevaría a la inercia y/o, eventualmente, a la inactividad.
No nos moveríamos pues no haría falta.
Y ve a saber qué ocurriría.
En el mejor de los casos nos crecerían las raíces, las ramas, los frutos, y terminaríamos
¡¡¡¡POR FIN..!!!
aprendiendo a comunicarnos.
Pero también podríamos enmohecernos, anquilosarnos, pudrirnos, consumirnos de a poco, y un día, sin más, desaparecer.
De cualquier forma lo haremos.
Y es todo, menos trágico.
Por eso siempre hemos de estar incompletos.
Incluso cuando parece que nada nos falta.
"Revisa otra vez".
No sea que tu noción de contentamiento,
descubras que se parece más
a lo que te dijeron que era la mediocridad.
Perversa y polimorfa.
¿La niñez?: ¡La relatividad!